Si yo tuviese la solución a este problema, sería el hombre más famoso del mundo. Debo reconocer que la cosa no es fácil; aunque no imposible. Voy a darte algunas pistas que te serán de ayuda para aprender a cómo cancelar todas las deudas.
Todo el sistema monetario se mueve alrededor de préstamos. Recuerdo cuando vino la crisis económica en España; no te prestamaban dinero ni para un alfiler. Hoy por hoy el banco me manda continuamente mensajes, diciéndome que puedo solicitar un préstamo sin más garantía que la nómina. La gente olvida que el dinero prestado –o lo que se compra con él–, no es suyo. Todo parece color de rosa y se disfruta al máximo, hasta que no se puede pagar. Entonces viene la otra cara de la moneda: los juicios y los desahucios. ¡Las cosas prestadas tienen otro dueño!
Según parece, hay una raíz espiritual detrás de este problema, ya que Jesús lo incluyó en el «Padre Nuestro», cuando nos enseñó a orar: «Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores».
–¡Yo no le debo nada a Dios!, alguien puede decir. A mi me sucede exactamente lo mismo con las multas. Sin embargo, siempre acabo pagándolas; y con creces. Quiero decir con esto, que los daños causados a los bienes comunes, y las infracciones a sus leyes, es una deuda que hay que saldar ¡Cuánto más la deuda que tenemos con Dios! Piensa en todas las veces que hemos quebrantado la ley de Dios. Malgastamos nuestra vida, dañamos el medio ambiente, vivimos de manera egoísta y no nos importa lo más mínimo no cumplir los mandamientos divinos. Francamente, esta deuda individual y colectiva es tan grande que no se puede pagar. Lo único que nos queda es pedir misericordia.
Países enteros han vivido de préstamos que finalmente no pueden pagar. Han tenido que humillarse, pidiendo a sus acreedores que los anulen, o al Fondo Monetario Internacional que los asuma. ¡Qué poco se valora el dinero cuando es prestado! La Biblia dice que la raíz de todos los males es el amor al dinero; de ahí que, en nuestra sociedad, a causa de la codicia, florezca la corrupción. Otra cosa que he podido comprobar en mi propia vida, es que el que firma como aval, es el responsable de la deuda cuando deudor no puede pagar. El único que puede asumir nuestra deuda con Dios, es Jesús. Acepta este beneficio y no huyas más de tu responsabilidad. Ahora es el tiempo de anular la deuda que te puede costar la eternidad.
Cómo cancelar todas las deudas
–Bueno, aunque todo eso sea verdad ¿Qué puedo hacer con mi propia economía?
En primer lugar, no sigas pidiendo más dinero prestado. Comienza a ahorrar y haz un plan de pago. Llega a un acuerdo con tus acreedores y reconoce que por un tiempo vas a tener que «apretarte el cinturón». Todas las horas extras y trabajos adicionales los vas a tener que designar para, lo antes posible, pagar tus deudas, hasta que quedes completamente libre.
Pero no olvides comenzar con la raíz espiritual. Al que Jesús hiciere libre, será verdaderamente libre.
Pastor Ivar Svensson
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