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La felicidad ¿de verdad existe?

FelicidadLa felicidad, para muchos, no es más que un mero espejismo; justo cuando están por alcanzarla, se traslada a un punto lejano. Para otros es como la zanahoria que se ata con un palo a la cabeza de un burro y lo mantiene caminando, pero nunca consigue llegar a ella. La insaciable búsqueda de la felicidad la conocen y explotan indiscriminadamente los expertos en publicidad, los productores de cine y los compositores de música.

Pero, ¿a qué se debe que solo el ser humano trate de alcanzar la felicidad? ¿Será que todos llevamos en nuestro interior la experiencia de una felicidad perdida?

Nuestros primeros antepasados fueron creados en el huerto del Edén ­–nombre que significa belleza, abundancia y prosperidad­–. Adán y Eva vivían en un continuo estado de bienestar que les proporcionaba felicidad.

Muchos países tratan de crear las condiciones necesarias para lograr ese bienestar, con el fin de que sus ciudadanos sean realmente felices. Uno de esos países es Suecia, que ha conseguido llegar a ser de los que gozan de uno de los niveles socio-económicos más altos en todo el mundo; sin embargo, tiene también uno de los mayores índices de suicidio en proporción a su población. Ciertamente el bienestar social y la sociedad de consumo no dan la felicidad.

La causa principal de nuestra falta de felicidad es la separación del ser humano de su creador. Al independizarnos de Dios, nuestro espíritu –ese soplo original que el puso en cada uno(a)– muere, y solo nos quedan el alma y el cuerpo en función. El alma trata desesperadamente de lograr lo que solo el espíritu puede alcanzar.

La palabra alma en griego bíblico es “psyché”. El cometido del alma es elaborar impulsos recibidos por medio de los cinco sentidos, para, con la ayuda de los pensamientos y las emociones, tomar decisiones. Habla con cualquier psicólogo y te informará de la complicada situación del alma, debido a que continuamente trata de llenar el vacío de una felicidad perdida con diversos estímulos; pueden ser visuales, auditivos, sexuales u otras satisfacciones pasajeras que, muchas de ellas, acaban por convertirse en vicios.

La felicidad

Se podría definir la felicidad como un estado temporal del alma producido por estímulos exteriores. En contraste, el espíritu se alimenta de las cosas interiores que están en contacto con Dios. El reino de Dios consiste en justicia, paz y gozo del Espíritu Santo. El gozo es un estado permanente de nuestro espíritu, provocado por el Espíritu de Dios. Leemos en la Biblia que los primeros discípulos de Jesús estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. Estar llenos, nos permite compartir también con los demás.

–Entonces, volviendo a la pregunta inicial, ¿Se puede alcanzar la felicidad?

–Sin estar en el reino de Dios, no es posible.

Nuestro espíritu debe nacer de nuevo para poder acceder al reino de Dios, y únicamente recibiendo a Jesús como salvador, tiene lugar ese nuevo nacimiento. A partir de ese momento se darán las condiciones necesarias en tu vida para alcanzar la felicidad. Isaías, un profeta bíblico, escribió: «¡Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación!».

 

Ivar Svensson
Pastor evangélico

 

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Hosanna

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